Como cabía esperar, la decisión generó ruido en la Argentina y llevó a un debate sobre cuáles son los límites de la libertad de expresión en una época en la que todo parece valer en las redes sociales. ¿Cómo lidiar con las agresiones, las injurias y las difamaciones? ¿Qué hacemos con las cuentas anónimas, ya sea en Twitter, Facebook o cualquier otra red social? ¿Y con los troles?
Twitter es la puerta del baño público del siglo XXI. Podés toparte con perlas: reflexiones, ideas, humor, poesía y campañas sociales y políticas. Pero también con lo peor: fake news, intolerancia, racismo, xenofobia, pornografía infantil y mucho más. ¿Qué hacer, pues? ¿Quién le pone el cascabel al gato? Más aún: ¿hay que ponerle cascabel?
pd: el resto de la nota publicada hoy en The New York Times, acá.
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