Para algunos venezolanos involucrados en el escándalo, los dólares eran para la campaña de CFK.
Para algunos gringos (caso del fiscal adjunto del distrito del sur de la Florida, Thomas Mulvihill), también.
Para algunos argentinos, el dinero era parte de una conspiración de inteligencia (CIA-FBI-republicanos-Bush) para perjudicar a la Argentina, “operación basura”, operación intergaláctica y símiles de ese estilo.
Y ahora sabemos que para el embajador de Estados Unidos en la Argentina cuando estalló el despelote, Earl Anthony Wayne, el dinero no era para la campaña, ni era parte de una conspiración. Era, nada más y nada menos que "probablemente para algún acuerdo por debajo de la mesa".
En suma, que ahora resulta que Wayne y yo pensábamos lo mismo. Es decir, que el dinero era para alguno/s funcionario/s del Gobierno argentino (¿Claudio Uberti? ¿Julio de Vido? ¿Acaso Néstor Kirchner?).
Que luego el/los funcionario/s invoque/n que el dinero iba para la campaña ante los empresarios que tenían que gatillar los billetes, es otra historia (¿recuerdan a aquel diputado de la UCeDe que pedía dinero en nombre del partido?). Pero pa’ mí que el dinero iba directo a los bolsillos de unos pocos.
Algo más, según Wayne, CFK no necesitaba de las valijas bolivarianas. “Tenía mucho dinero fluyendo de varias fuentes en el país, incluyendo el Gobierno", algo, vale recordar, prohibido por las leyes electorales.
pd: el resto del material publicado en base a cables de Wikileaks, acá.
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