jueves, 15 de mayo de 2014

De diarios & dinosaurios

En pleno corazón de Nueva York se erige uno de sus parques más bonitos. No hablo del Central Park, sino del Bryant Park (ver acá). Pequeñito, pero rendidor, sus poco más de 3 hectáreas aportan un respiro en plena vorágine.

Y ese respiro se convierte en oasis con solo subir la escalinata de mármol que desemboca en la Biblioteca Pública de la ciudad. Una joyita. Con una curiosidad: porque su primer director fue un cabezota dura, la sala de lectura principal se construyó en su tercer y último piso, al que se ingresa a través de un hall y galería.

Allí, en la galería, cuatro grandes murales dominan la escena. Los cuatro, centrados en momentos clave de la historia universal asociados a la lectura y a un objeto impreso, como las Tablas de Moisés, los Manuscritos Medievales y la Imprenta de Gutenberg.

El cuarto mural es el que me interesa. Se centra en el linotipo. En mangas de camisa aparece su inventor, Ottmar Mergenthaler. Con un diario en sus manos, su financista y primer beneficiario, Whitelaw Reid, dueño del diario New York Tribune.


¿Es hora, acaso, de encargar un nuevo mural? ¿Los diarios ingresan a la historia, como tantos predicen? ¿O se readaptarán como antes lo lograron con el arribo de la radio, el cine o la tele?

Es una pregunta de respuesta incierta, aún. Pero como los dinosaurios en su tiempo, aquellos que sean flexibles e innovadores, rápidos y voraces, astutos y resistentes, pueden (quizá) lograrlo. El resto seguirá el destino del Tribune. El diario ominó la escena estadounidense a mediados del siglo XIX, para desaparecer de muerte natural en dos fases, entre 1924 y 1966. Hoy sólo puede leerse en los archivos, bibliotecas y... museos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario