Para el 13 de diciembre de 2007, todo ya había volado por los aires.
Cristina Fernández, su marido Néstor Kirchner, Hugo Chávez y una larguííííííísima fila de funcionarios y legisladores argentinos y venezolanos se peleaban por acusar a Alejandro Antonini y a Estados Unidos de armar una terrible operación de inteligencia en contra de los gobiernos que -valientes ellos- osaban enfrentar a "El Imperio".
La cuestión es que mientras ellos denunciaban "operaciones basura", Antonini dialogó por teléfono -y grabó, claro está- a Ana Pérez.
¿Quién es la buena de Anita?
Pues una ejecutiva que trabaja -o trabajaba- en Citgo, la filial norteamericana de la petrolera estatal venezolana PDVSA.
Anita es, para más datos, la amiga que la noche del 3 de agosto de 2007 iba a asistir, acompañada por Antonini, a la fiesta de cumpleaños de otra ejecutiva de PDVSA en Caracas.
Antonini, sin embargo, cambió de planes a último momento para subirse a un avión. Lo habían tentado con la posibilidad de hablar de negocios con Claudio "el embajador en Venezuela" Uberti y... el resto es historia ya conocida.
La cuestión es que, cuatro meses después, y ya con los arrestos conocidos en Miami, Antonini y Anita Pérez volvieron a conversar. Y el hombre más buscado por la prensa (y los gobiernos) de la Argentina y de Venezuela se largó a hablar.
Tato Bores, al lado suyo, fue un poroto...
Entre muchísimos otros datos, dio su versión de cómo fue aquella noche del decomiso en el Aeroparque, rodeado de Danielito Uzcátegui, Uberti, la "muchacha" (por Victoria Bereziuk), y el funcionario de la Aduana, Jorge Lamastra.
Audio 266, NO DESCLASIFICADO por el FBI y en depósito del autor del libro "Los secretos de la Valija". Es decir, yo.
(Aviso: entre [] incluí nombres para facilitar la lectura):
Alejandro Antonini: "... y tú pasabas como por un detector de metales chiquitico, entonces pasaba esa persona, pero es un espacio chiquitico, es un ... es ... es ... un espacio muy pequeño y empezamos a cargar las maletas desde ... desde que el tipo te la entregara en la puerta, que se abre, hasta la puerta de atrás que ... no dabas veinte pasos, ¿no? Y bueno, llegó mi maleta negra, “Y ésta de quién es?” “Esta es mía”, y entonces de repente estaba esta muchacha [Bereziuk] enredada con otras maletas y yo le agarro una, pero como Daniel agarró otra porque veníamos todos, pero yo soy el más gordo, el más grande entonces, por el espacio ese, o sea, después de haber pasado muchas porque los choferes ... los choferes de ... los choferes de... del gobierno argentino de este tipo [Uberti], ellos ven lo que están haciendo su ... yo de salido, pues si yo me quedo tranquilo, si yo ... si yo me la doy de cómo se llama, de sifrino, de bomboso, no cargo ninguna, dejo que los choferes hagan el trabajo, no pasa nada, creo yo que no pasaría nada, ¿correcto? Y entonces, cuando yo estoy arrastrando mi maleta, la grande, el tipo [Lamastra] me la pide, o sea, me la pide ... y me pide las dos, y yo, “No, no, tranquilo, yo llevo esta”, entonces, la estoy arrastrando por la broma, y de repente, el último, la última persona, me dice el tipo, “¿Qué hay aquí?”, le digo: “No sé”, este ... ¿”Y esta maleta?”, “No sé”, y entonces voltea pa ver de quién es pero están ... a ... bueno, pregúntale a la gente [el resto de la comitiva que espera afuera] que esta fumando, “¿Y esta maleta?”, y nadie responde porque nadie está parándole bola al tipo y ni siquiera nadie le paró bolas, o sea, eh ... tú sabes, es la gente del gobierno, o sea eran la gente de PDVSA, la gente del gobierno argentino, o sea, y nadie le hacia case al tipo de la aduana [Lamastra], entonces, como si...que si no existiera. Y me vuelve a preguntar, le digo, “No sé pana”, entonces él me dice, “¿Quieres verla?”, así mismo me dijo, “¿Quieres verla?”, le dije, “Sí”, y entonces me dice, “¿Qué hay ahí?”, le dije: “Coño, yo no sé, esta vaina debe tener libros, pesa una bola” y se la pongo así y me voy. Entonces me dice: “Ábrala”, digo: “No, si eso no es mío”, pero me río porque pienso que es un juego, es una vaina, no entendía porque yo veo que se voltea Daniel, está fumando, desde la puerta y nadie viene, y se está riendo, o sea, pero riéndose no ... no cagado de la risa sino como con una sonrisa, y yo dentro de mí dije, “Coño, ¿qué...? ... o sea, me ... o sea, son las dos de la mañana, tres de la mañana, “¿Qué será esta vaina?” Pero nunca pensando ... cuando la abren Ana, la sorpresa, ah, bueno, y cuando vuelvo a voltear, los carros arrancaron, todo el mundo arrancó y se quedó Daniel nada más. Te quedaste loca, ¿no?".
Cierto o no (lo que debe definir la Justicia argentina), de su versión surge que:
1. La agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, María de Luján Telpuk, no aparece en su relato.
2. El relato de Uberti se da de bruces con el testimonio de Antonini.
3. Bereziuk, más que figurar como "testigo" en la investigación penal argentina debería cambiar de categoría si Antonini aceptara declarar en Buenos Aires.
4. Antonini puede hablar tan rápido como Tato Bores (pero como extraño al bueno de Tato...).
Hace ya muchos años, investigué para el diario LA NACIÓN el "maletinazo" de los gobiernos de Argentina y Venezuela. El resultado fue "Los secretos de la valija" y este blog. Estas páginas tomaron luego su propio rumbo, centradas en la corrupción y el lavado, y en los muchachos con maletines repletos de dinero, los "valijeros". Y de allí "Las coimas del gigante alemán", "La máquina de hacer billetes", "La Piñata" y "La Raíz". Pero la trama continúa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario