Corría 2007 y ya todos aquellos que querían cerrar algún negocio entre la Argentina y Venezuela sabían que debían pasar por la embajada, aunque no por la Embajada.
Parece una contradicción, pero no lo es.
Los negocios registraban una comisión de entre el 10 y 20 por ciento (según debieran pagar a funcionarios argentinos o venezolanos, o a ambos grupos), y debían gestionarse a través de la "embajada paralela" que montaron funcionarios kirchneristas en Caracas, por fuera de la Embajada oficial liderada por Eduardo Sadous y, luego, por Alicia Castro.
Casualidad o no, quien por aquella época cobró notoriedad en la relación bilateral fue Claudio Uberti, que muy lejos de su función oficial de contralor de las concesiones viales desde el OCCOVI, se la pasó volando entre Caracas y Buenos Aires.
Recuerda Daniel Santoro: "Claudio Uberti y otros funcionarios del Ministerio de Planificación viajaban dos veces por mes y se alojaban en el lujoso hotel Meliá, el preferido del chavismo pero ubicado ahora en un barrio en decadencia. No sólo en taxis aéreos, sino también "en aviones de PDVSA y hasta en uno de la Armada argentina".
Esto, claro está, hasta que ocurrió el decomiso de aquella peculiar valija con US$ 800.000 que le aportó fama mundial a Uberti, a Alejandro Antonini y al llamado "maletinazo"...
pd1: el texto completo de Santoro, acá.
pd2: en otro recuadro, Santoro comenta que, para él, la valija del escándalo era el "vuelto" de un negocio bilateral y no, como siempre se dijo, dinero de Hugo Chávez para las elecciones. Coincido con él. Para mí (valga la repetición pa' quienes leen este blog), esa maleta fue parte del "clearing aéreo" de las coimas bilaterales.
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