Una
alta funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores encubrió las denuncias
por racismo, acoso laboral, persecución política y otros presuntos delitos e
irregularidades que acumuló su pareja, también funcionario de la Cancillería, desde
noviembre pasado, sin permitir que avanzaran los expedientes que se abrieron.
El
encubrimiento lo lideró la secretaria de Coordinación y Cooperación
Internacional, Paula Verónica Ferraris, que de ese modo protegió a Héctor Hugo
Merlo, mientras este avanzaba sobre distintas áreas del Ministerio sobre las
que carecía de competencia, como las direcciones de Seguridad e
Infraestructura, entre otras.
Desplazado
Merlo [foto, arriba] sólo horas después de que LA NACION revelara este domingo sus presuntas
conductas delictivas, su encubrimiento continúa vigente. El sumario que ordenó
iniciar el canciller Héctor Timerman quedó dentro del área que lidera la propia
Ferraris, la responsable máxima de controlar el presupuesto de la Cancillería
y, tanto o más importante para los diplomáticos, de la junta examinadora para sus
ascensos.
La
protección, sin embargo, excede a Merlo, según cuatro diplomáticos y empleados
y distintos documentos oficiales de la Cancillería. También beneficia a por lo menos
otros dos miembros del entorno de Ferraris.
Uno de ellos es Héctor Bogado, quien
mintió al declarar que había cursado el bachillerato en una escuela de Lanús
que, en realidad, jamás pisó. Pero lejos de ordenar una sanción y radicar una
denuncia penal desde que se le informó en noviembre pasado, Ferraris lo reacomodó
a su lado. Desde entonces, Bogado trabaja como el cafetero de Ferraris, con un
salario de bolsillo de $ 8600 por mes.
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