Pese a los reclamos de
diplomáticos, funcionarios y delegados gremiales, el canciller Héctor Timerman mantiene
dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores a un alto funcionario que paga
las delaciones entre los empleados, da órdenes como jefe de ciertas áreas que
se encuentran fuera de su órbita y, más grave aún, categoriza al personal como
"el viejo", "el cuestionador" o "la judía".
Los comentarios racistas y
despectivos del director Hugo Merlo constan en un cuaderno de anotaciones
personales que ese controvertido funcionario olvidó en una oficina de la
Cancillería, donde su hallazgo fortuito y posterior difusión desató un
escándalo interno y cuya copia obtuvo LA NACION.
Timerman se encuentra al
tanto de las acciones de Merlo, quien arribó al Ministerio de la mano de su
pareja, la secretaria de Coordinación y Cooperación Internacional, Paula
Verónica Ferraris, de creciente poder e influencia en desmedro del canciller.
Merlo comparte el poder de
Ferraris. Además de lanzarle al personal preguntas como: "¿A vos te gusta
ver a [Jorge] Lanata?", antes de definir su futuro laboral, el funcionario
avanzó sobre las áreas de Compras, Administración, Infraestructura, Recursos
Humanos y Seguridad del Ministerio, sin que nadie lo pare, según consta en
documentos oficiales y privados, y fuentes diplomáticas que dialogaron con LA
NACION.
Sin embargo, Merlo cometió
un error: olvidó un cuaderno con sus anotaciones personales en una oficina de
la Cancillería, según surge de un video que así lo registra y el reporte
posterior que se labró en esa repartición. Entre las frases inconexas y
repletas de faltas de ortografía que redactó, también detalló los pagos de
incentivos salariales a los empleados que delatan a sus compañeros y calificó a
otros con apodos.
"Hoy a la tarde, Angel
autorizo [sic] ha [sic] la judia [sic] Goldemberg y Marina Dominguez ha [sic]
una capacitacion [sic] al personal bajando una linea [sic] propia",
redactó, por ejemplo, el 28 de agosto de 2012, cuando centró sus dardos en el
director general de Infraestructura, Ángel Cammilleri, según consta en la copia
de ese cuaderno que obtuvo LA NACION (ver imagen).
El hallazgo de ese cuaderno
causó un terremoto dentro del Palacio San Martín.
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