En medio de la vorágine por el "caso Ciccone" y la investigación sobre Lázaro Báez (que viene como viene, con cautelar pedida y todo), el diario me pidió que me metiera a buscar unos datos sobre el Papa Francisco. El resultado, tras unas semanas de revisar y buscar, es este:
La secretaria creyó que se trataba de un bromista. También... es muy difícil creer que es verdad cuando, del otro lado del teléfono, un hombre dice: "Hola, habla el papa Francisco". Por eso, la asistente dejó en espera a su interlocutor unos 15 minutos, mientras su jefe terminaba con otra conversación. Cuando le avisó que tenía a un gracioso en el teléfono, se percató de que no era ningún chiste, pero la comunicación encima se había cortado.
Para alivio de la secretaria en Buenos Aires, el Papa volvió a discar. Y la llamada finalmente fluyó como un rayo dentro de la consultora. Pero la secretaria puede colgarse una insólita medalla en su foja: ¿cuántas personas pueden decir que tuvieron al Papa en espera durante 15 minutos?
El episodio, sin embargo, dista de ser sólo una anécdota, según reconstruyó LA NACION durante las últimas semanas, luego de dialogar con más de una docena de sacerdotes, políticos, empresarios, banqueros, gremialistas y colaboradores actuales o pasados de Jorge Bergoglio.
La secretaria creyó que se trataba de un bromista. También... es muy difícil creer que es verdad cuando, del otro lado del teléfono, un hombre dice: "Hola, habla el papa Francisco". Por eso, la asistente dejó en espera a su interlocutor unos 15 minutos, mientras su jefe terminaba con otra conversación. Cuando le avisó que tenía a un gracioso en el teléfono, se percató de que no era ningún chiste, pero la comunicación encima se había cortado.
Para alivio de la secretaria en Buenos Aires, el Papa volvió a discar. Y la llamada finalmente fluyó como un rayo dentro de la consultora. Pero la secretaria puede colgarse una insólita medalla en su foja: ¿cuántas personas pueden decir que tuvieron al Papa en espera durante 15 minutos?
El episodio, sin embargo, dista de ser sólo una anécdota, según reconstruyó LA NACION durante las últimas semanas, luego de dialogar con más de una docena de sacerdotes, políticos, empresarios, banqueros, gremialistas y colaboradores actuales o pasados de Jorge Bergoglio.
¿El objetivo? Comprender, con más detalle del que hoy se conoce, cómo y cuáles son los canales reales de comunicación que existen entre el Vaticano y Buenos Aires.
Todas las fuentes consultadas estuvieron de acuerdo en un primer punto: cuando el Papa quiere o necesita comunicarse con alguien, llama él. Y lo hace sin intermediarios.
Pueden confirmarlo la presidenta Cristina Kirchner, varios gobernadores, unos pocos empresarios y sindicalistas, y un número creciente de fieles que le escriben para contarle sus problemas y sus sueños. A veces, días después, suena el teléfono, desde el Vaticano.
pd: el resto de la nota publicada hoy en LA NACIÓN, acá.
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