A veces pasa.
El apuro por armar las valijas, que dónde está el pasaporte, qué si guardé el cepillo de dientes, que qué me estaré olvidando, que al final a uno se le escapa lo importante. En este caso, declarar la importación de casi 500.000 euros.
El problema es, Vuestra Señoría, que lo guardé en un doble fondo.
Y que sólo me acordé cuando los muchachos de la Aduana se percataron de que aparecía algo raro en mi maleta.
Pero yo le explico, Vuestra Señoría.
Déjeme que le explique, Vuestra Señoría.
Vuestra Señoría, ¡por favor!
La crónica fría dirá, en cambio, que la Aduana “detuvo esta tarde a un ciudadano argentino residente en España, que intentó ingresar al país 439.400 euros que estaban ocultos en el doble fondo de su equipaje”.
La crónica informará, también, que el pasajero –cuyo nombre no trascendió– viajó solo, con un bolso y dos valijas medianas. Y que dijo “que compraría campos en nuestro país”.
Y en cualquier caso, de mediar un banco o escribano en esa supuesta compra, ¿cómo lidiarían con eso de los “reportes de operaciones sospechosas” (ROS) de lavado de dinero?
Y eso, claro, que en efecto fuera a comprar un campo.
pd1: me pregunto por qué a este valijero, con menos de 500.000 euros lo detuvieron, pero a
pd2: ajeno ya a toda ironía: bien por la Aduana. Esta vez.
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