Allá atrás y hace tiempo, en el inicio de los tiempos que corren, el grande y recordado Julio Nudler escribió en Página 12 la columna “Dinero negro que se recicla en corrupción”, tan vigente hoy como entonces. Escrita en 2003 con la volanta “Para comprar los favores del Estado”, expuso:
“Lo primero que debe saber el empresario que compra facturas falsas es para qué las quiere. Se dirá que para evadir impuestos, pero esta motivación, aunque atendible, resulta insuficiente, sobre todo cuando el presunto comprador de los bienes o servicios transados es una sociedad importante, como algunas de las que en la víspera allanó
En esa columna notable por su precisión informativa (y a la vez profética), Nudler [foto] también describió una práctica que se corroboró en Siemens con su Proyecto DNI: “Aunque la norma general es que la factura falsa genera plata negra, y que ésta se recicla en corrupción, incluso en las grandes empresas puede ocurrir que una parte, mayor o menor, de los fondos oscuros vaya a los bolsillos del management, es decir, los ejecutivos, como demuestran los escándalos que envolvieron a diversas multinacionales. En el caso argentino, esta derivación no parece significativa en el conjunto. Cuando se trata de firmas claramente identificables con un dueño, la motivación puede ser tan simple como la codicia o la angurria”.
Tras recordar que más tarde o temprano, la tarasca debe reingresar (ya blanqueado) al mercado legal, Nudler cerró con lo que por entonces era un escándalo incipiente de facturas truchas, que incluyó los casos Viazzo y Di Biase, entre otros, y luego el “caso Skanska”, ese que ahora finiquitó
“Todo el tinglado se apoya en infinidad de sociedades anónimas de papel que crean insolventes teledirigidos y cumplen ante Impositiva con todos los requisitos formales, incluyendo el asiento en el libro Ventas de cada operación. La maniobra se complica si un día, como ha empezado a ocurrir, la AFIP, movida por la sospecha, se apodera de esos registros, ya que éstos le servirán para caerles encima a las empresas compradoras con toda la información ya masticada. En ese momento empieza el baile”.
El baile, al menos en sus versiones más conocidas e incómodas para el poder político y económico, parece que llega a su fin. ¿Por qué? Porque el Gobierno, en sus múltiples ramificaciones, así lo decidió con: a) la apertura de una moratoria y blanqueo que ofrecía la extinción de la acción penal; b) la desintegración de los equipos de trabajo de la AFIP que colaboraban con la Justicia, por ejemplo, en los casos Viazzo y Di Biase; c) el desmembramiento de la pesquisa Skanska en manos del juez en lo Penal Económico, Javier López Biscayart, y su envío al juez federal Norberto Oyarbide; d) la aniquilación de ese mismo caso Skanska por la Cámara Federal, que determinó la "inexistencia de delito".
Pero todo esto llega a su fin, no obstante, sólo por ahora. Again, ¿por qué? Porque esta es una operatoria que trasciende al Gobierno, ya que este se beneficia pero también es utilizado por el poder permanente. Eso explica que la operatoria de facturas truchas se retrotaiga cuanto menos a los '90s. Y así aparecen figurones que tanto ayudaron a Alfredo Yabrán como Lázaro Báez y a Julio de Vido (ver acá, acá, acá y acá).
pd: la columna completa de Nudler, acá.
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