Primero, la AFIP pidió su quiebra por una deuda multimillonaria. Y luego, cuando la imprenta Ciccone Calcográfica quedó contra las cuerdas y empezó a estar bajo el control de un allegado al vicepresidente Amado Boudou, Alejandro Vandenbroele (foto abajo), la AFIP la rescató. Le dio facilidades de pago y una tasa de interés cercana al 6% anual, basada en un régimen "excepcional".
Todo el proceso se desarrolló en unas pocas semanas, aunque
la debacle de Ciccone comenzó años atrás, entre juicios, moratorias y concurso
de acreedores; lejos de su esplendor de los 90, cuando estaba vinculada a
Alfredo Yabrán. Por eso, el punto final pareció llegar cuando la AFIP,
comandada por Ricardo Echegaray, pidió su quiebra por una deuda cercana a los $
240 millones, que la Justicia decretó el 15 de julio de 2010.
Pero no fue así. Comenzaba el desembarco.
Pd: el resto de la nota publicada en LA NACION, acá.
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