Traje gris, camisa blanca y corbata desajustada, Rafecas le comunicó a su secretaria que no recibiría a nadie de la prensa. Un par de horas antes les había explicado su decisión a referentes de la comunidad judía, a colegas de los tribunales de Comodoro Py y a algunos miembros de su propio juzgado. A todos les repitió la misma premisa: que la denuncia de Nisman carecía de "sustento" y que abrir una pesquisa en esas condiciones hubiera causado un "innecesario daño institucional".
"Sé que tendré un costo por tomar esa decisión, pero el destino quiso que me tocara la denuncia a mí", argumentó Rafecas entre sus colaboradores, según reconstruyó LA NACION sobre la base de los testimonios de fuentes judiciales de extrema confianza del juez, que mantiene sobre su cabeza un pedido pendiente de juicio político en el Consejo de la Magistratura por su actuación en el caso Ciccone.
Rafecas era consciente del impacto de su decisión, tanto por su contenido como por la oportunidad en que la firmó. Pero avanzó igual. "Estoy tranquilo porque hice lo correcto", le planteó a un colega, al que le mostró los dos escritos que Nisman firmó poco antes de su muerte y que, según la visión de Rafecas, contradecían sus acusaciones contra la Presidenta y el canciller Héctor Timerman, entre otros.
En su resolución de ayer, Rafecas remarcó la importancia de ambos documentos, que descansaban sobre su escritorio, repletos de subrayados con marcador fluorescente amarillo.
pd: el resto de la nota publicada hoy en LA NACIÓN, acá.
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