Claudio Uberti, sospechado de haber protagonizado el cobro y/o reparto de coimas en los negocios bilaterales con Venezuela, presentó un escrito ante el juez federal Julián Ercolini en el que desmintió todas las imputaciones argüidas en su contra. Más aún, pasó al ataque y acusó al ex embajador argentino en Caracas, Eduardo Sadous, de fabulador.
Los polos opuestos se atraen. Néstor Kirchner y Claudio Uberti en un acto en la Casa Rosada
En su escrito de 16 páginas, Uberti justificó todos sus viajes oficiales a Venezuela desde 2004 y afirmó que Sadous declaró en los tribunales sobre las supuestas coimas "con clara intención de engañar, de mentir y de calumniar".
Su abogado defensor, Diego Pirota, reclamó además que se cite a declarar a todos los empresarios que hicieron negocios con Venezuela tras el convenio firmado en la llamada "Ronda de Margarita", para saber si fueron instados a pagar sobornos para concretar esas operaciones.
Porque, claro está, es previsible que los empresarios que saben de aquellos pagos (si existieron) ahora lo cuenten (sin temor a sufrir represalias). Y aquellos que pagaron aquellas coimas (insisto, si existieron), es previsible que ahora decidan inmolarse y autoincriminarse, imbuidos del renovado aire patriótico que flota en la Argentina del Bicentenario.
A todo esto, ¿cómo se gestó este despelote 2.0 del desmadre mayor Arg-Venez? Pues el juez Ercolini había empezado a estudiar el capítulo sobre los "Fideicomisos a Venezuela" y por eso citó al ex embajador Sadous, que afirmó que empresarios que querían hacer negocios con Venezuela en el inicio del kirchnerismo le dijeron que tenían que pagar entre 15 y 20 por ciento en retornos a funcionarios del Ministerio de Planificación Federal.
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