Transcurría otra de esas anodinas y pretenciosas asambleas generales de las Naciones Unidas (ONU) en las que todos los presidentes dan un discurso pour la gallerie, ya que nadie los escucha salvo los miembros de sus propias delegaciones (he sido testigo de eso durante cuatro años consecutivos). Hasta que llegó él, Don Hugo Chávez Frías.
"Ayer el diablo vino aquí. ¡En este lugar huele a azufre!", lanzó el líder bolivariano y despertó de la modorra a tutti il mondo. 20 de septiembre de 2006. Mensaje directo para George W. Bush, que 24 horas antes había inaugurado el encuentro.
Bueno, no sólo Chávez huele azufre de vez en cuando...
La controversia alrededor del fuel oil importado por la Argentina comenzó allá por 2004, cuando el ministro Julio de Vido apeló a Venezuela para paliar la crisis energética que, a su vez, siempre se negó a admitir. La polémica, sin embargo, se agudizó el 15 de abril último, cuando ocho ex secretarios de Energía se unieron para alertar que la importación del combustible resultaba innecesaria. Estimaron que era “de menor calidad ambiental por contener más azufre”, y que se compró a un precio superior al que la propia Argentina exportaba.
Tanto el Gobierno como la petrolera estatal venezolana PDVSA rechazaron esos planteos y defendieron el fuel oil importado, al que encuadraron dentro de la relación bilateral. Pero las dudas se extienden hasta hoy en la Justicia, que investiga esos embarques.
Los pagos argentinos por todos esos embarques, además, no se enviaron a Venezuela, sino a Estados Unidos. Cammessa envió millones de dólares a la cuenta 0011992765 de la sucursal Park Avenue, Nueva York, del JP Morgan Chase, aún cuando ese banco no figuró en el Anexo I del Acuerdo de Cooperación Integral que firmaron la Argentina y Venezuela.
Al afrontar los impuestos de importación por ese fuel oil, los apoderados de Camessa pidieron además que los embarques quedaran exentos del pago del Impuesto a las Ganancias, según surge de los documentos, lo que equivaldría a un ahorro del 11% por cada despacho.
Con la firma de la entonces jefa del área competente, Ana María Ibarboure, la AFIP concedió la exención. Pero no por Ganancias, sino por el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Es decir, un 21% menos en vez del 11% solicitado. Pero lo inesperado no termina allí: Camessa pagó igual ese tributo. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Los pagos quedaron como “crédito fiscal”? ¿Eso impactó de algún modo en el directorio? ¿Hubo reclamos? ¿Y qué ocurrió al momento del reparto de dividendos?
Allí no se acaban las curiosidades alrededor del combustible. Al arribar al puerto de Buenos Aires, Camessa no figuró como el titular de la carga, sino tres filiales de Petrobras, que luego le endosaron el “conocimiento de embarque” –el equivalente a una escritura inmobiliaria- a Cammesa. Petrobrás, para más datos, tampoco figura en el Anexo I bilateral.
¿Por qué aparece Petrobras? Eso dista de ser un misterio. Según cuentan desde PDVSA, el 90% del fuel oil lo aportó la petrolera brasileña. Sólo el resto se importó de Rusia y otras partes –y empresas- del mundo. Y los venezolanos sólo intermediaron entre la Argentina y los proveedores.
Y una última perlita: Cammesa presentó una declaración jurada ante la AFIP por la que comunicó que importaba el fuel oil por “cuenta y orden” del Estado. Pero eso está prohibido en todos los regímenes aduaneros desde 1996, cuando la Aduana emitió la resolución 4031/96. Ergo, la Aduana no debió permitir ese tipo de ingreso.
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