La pregunta que surge con cada nuevo escándalo de corrupción es casi siempre la misma: ¿Cómo es posible? Es decir, cómo es posible que el protagonista se compre una mansión. O mueva montañas de dinero en efectivo. O se pasee en un yate. O en un avión. O, en este caso, todo lo anterior y mucho más. Y la respuesta es, también, casi siempre la misma: sobredosis de impunidad.
Esa sensación de “poder permanente” es una constante entre muchos funcionarios –de cualquier gobierno- hasta que se evapora. Puede prolongarse o puede renacer –como lo atestigua el salvavidas al ex presidente Carlos Menem en la “causa Armas”-, pero también tiene también sus excepciones. Ése fue el tragicómico caso del pintoresco ex funcionario, como lo describió
¿Qué falló? Demasiado. Entre otros factores, que su abogado defensor se lleva pésimo con el operador dilecto del Gobierno ante la Justicia federal,
Hoy, en el escenario post-14 de agosto, acaso Jaime logre repetir la suerte de Menem y termine limpio de culpas y cargos. Pero como el ex Presidente o María Julia Alsogaray, el otrora “señor de los subsidios” es ya en un ícono de lo indebido. Y hasta los pequeños episodios lo pintan por completo. Como aquel con “Newton”, el perro que le robó al diputado nacional
Este libro será, por siempre, una piedra en su zapato de lujo.
pd: la reseña completa de
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