El lavado de dinero de los cárteles mexicanos y colombianos es “el principal reto para la integración financiera en la región”, afirmó el secretario adjunto del Tesoro contra el Financiamiento del Terrorismo, Daniel L. Glaser.
Viejo conocido de los funcionarios argentinos –que lo odian o, por lo menos, le temen-, Glaser expuso ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. Estimó que se blanquean entre 18.000 millones y 39.000 millones de dólares por año y que ese dinero “se mueve a través de las fronteras y circula en nuestro sistema financiero”.
Chocolate por la noticia, querido. Y te quedaste corto.
Hay veces en que los gringos parecen –o quieren parecer- ingenuos. Como cuando critican con dureza a los carteles latinoamericanos de la droga. ¿Acaso no operan carteles dentro de Estados Unidos? ¿Acaso todo pibe de Seattle (o Chicago, o Nueva York o un pueblito en la mitad de la nada de Iowa) que quiere fumarse un porrito viaja hasta la frontera con México, se compra el caño y retorna a su ciudad para entonces sí fumárselo? La respuesta, obvia, es no. Y, por lo tanto, “alguien” se lo vende. Y ese mismo “alguien” o un amigo/contacto de ese “alguien” se encarga de lavar los dólares sucios y reintroducirlos, perfumaditos, en el mercado.
Más allá de eso, lo valioso es que Glaser al menos lo dijo y fue más allá del mero diagnóstico. Por eso remarcó que se torna vital “recurrir a herramientas adicionales” para alcanzar un impacto más profundo y duradero. Y eso exige “más información sobre los contadores, los tenedores de libros, los abogados y otros que lavan dinero para los cárteles así como de las instituciones financieras formales e informales que utilizan para lograr una alteración más variada y poderosa”.
Una década atrás, en junio de 2001, un análisis de William Schroeder (puede leerse acá) estimó que cada año se lavaban entre US$ 500.000 millones y US$ 1 billón (y el FMI lo elevó a entre US$ 600.000 millones y US$ 1,5 billón), y que cerca de la mitad de esa montaña de dinero pasaba por la lavandería de los bancos gringos.
Y vale recordar un detalle comparativo para tener una idea aproximada de cuánto dinero está en danza: allá por 2001, ya en pleno declive y antes del tortazo de Fernando de la Rúa y "Mingo" Cavallo, el PBI argentino rondaba los US$ 260.000 millones. Así que el mega-lavadero mundial equivalió a entre 2 y 4 veces todo el producto criollo de aquel año.
En algún otro post, subiré datos sobre el elevadísimo porcentaje de armerías norteamericanas que, oh casualidad, operan sobre la frontera con México. ¿Acaso los agricultores de Texas, Arizona, Nuevo México o California utilizan ametralladoras y fusiles para cazar coyotes? ¿O será que los mexicanos van de shopping armamentístico a Estados Unidos o las armerías entregan sus productos a domicilio, como Pizza Hut?
pd: el statement completo de Glaser, acá.
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