En noviembre de 2008, un jurado lo halló culpable de actuar como agente encubierto de Venezuela para acallar a Guido Alejandro Antonini Wilson con US$ 2 millones; y en marzo de 2009, la jueza Joan Lenard dictó la sentencia a 4 años de prisión, más una multa por 175.000 dólares.
En noviembre de este año, el ex socio y compadre de Antonini salió en libertad, tras un largo tiempo tras las rejas (el FBI lo detuvo en diciembre de 2007 al igual que a los venezolanos Carlos Kauffmann y Moisés Maiónica, y el uruguayo Rodolfo Wanseele Paciello).
Desde que recuperó su libertad, Durán presentó algunas apelaciones ante la Corte para impedir su deportación. Pero Estados Unidos lo deportó el miércoles 14 de este mes y le prohibió el reingreso al país.
El empresario amante de las Ferraris retornó a Venezuela y a su empresa petrolera Venoco, lo que celebró con una gran fiesta en Caracas a la que asistieron banqueros y funcionarios chavistas.
O sea, que la fiesta sigue, más allá de las grandilocuentes declaraciones públicas bolivarianas que anunciaron la expropiación de Venoco y mucho más.
Lo notable es que Durán ya no puede retornar a Estados Unidos, pero su Lear Jet matrícula N119FD va y viene entre ambos países de lo lindo. Al punto que entre el 12 y 19 de diciembre completó 5 veces ese trayecto, más otros vuelos menores en el estado de Florida.
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