El hombre, sencillo y directo, está molesto. Se peleó con su empleador. Y tras tres años de cuidarle sus casas y sus oficinas, de prepararle los asados para sus invitados, de pintarle el quincho, arreglar enchufes, llevar y traer papeles y mucho más, ahora el ex jefe no quiere resarcirlo. Ni pagarle el aguinaldo quiere. Y todo porque a él se le escapó repetir que su patrón, Guillermo Such, dice que es el testaferro del ex embajador “paralelo” ante Venezuela,
El hombre se llama
Rodríguez es uruguayo, tiene 58 años, patillas firmes, algunos dientes de menos y es de Peñarol, aunque vive en la Argentina desde 1975 y fijó su residencia en Garín en 1981. Durante tres años trabajó para Such y Peisci, en varias casas, negocios y oficinas, y así fue como conoció a Uberti, uno de los recaudadores clave de las campañas electorales kirchneristas desde los tiempos de Santa Cruz.
“Ellos mismos me dijeron que él, Such, era el socio de ‘Claudio’, pero lo ocultaban, no querían que se supiera”, cuenta Rodríguez en la oficina de su abogado, en Tigre, que prepara la demanda laboral y ya mandó las cartas documentos de rigor. “Y a mí siempre me llamó la atención que tras tres años con ellos, nunca supe lograr saber a qué se dedicaban, cómo ganaban la plata para mantener el nivel de gastos que tienen”, dice, a solas, grabador de por medio.
-¿Por qué lo echaron?
-La discusión fue porque la casa de ellos [por Such y Peisci] está lejos de la entrada del country en el que viven, Ayres del Pilar, y un día que llovía, le ofrecí a una muchacha acercarla hasta donde iba. Me dijo que iba a la casa 20 y yo le dije, “ah,
pd: el resto de la entrevista publicada en LA NACION, acá.
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