Carlos Gabetta está molesto. Sabe y siente cuánto puede dar
la Argentina, cuál podría ser su presente y futuro, pero también que hemos
hecho todo lo posible -y lo imposible- para boicotearnos. Una maldición, una
encrucijada, que debemos dejar atrás. "Se trata de atizar la conciencia
acerca de la necesidad de romper el círculo vicioso en el que parece girar la
sociedad argentina", reclama, para resolver así la "asignatura
pendiente" que nos permita salir adelante.
Inteligente, sagaz y con experiencia aquilatada en la
Argentina y en Europa, Gabetta expone el eje de su libro desde el título: La
encrucijada argentina. República o país mafioso. Sin vueltas, Gabetta remarca
cuál es el panorama. Vivimos en un "país bananero", dice, regido por
un Estado que "bien puede considerarse como 'fallido'" y liderado por
una clase política y empresaria notable por "su capacidad
depredadora". Sin embargo, aunque llega al hueso con sus críticas, el
libro expresa en realidad su convocatoria a reaccionar, a mantener la
esperanza. Tanto, que Gabetta entrevistó a diversas figuras de prestigio que
ofrecen un arduo y minucioso panorama de lo que está mal en este país, pero
cuyas trayectorias demuestran que es posible vivir y actuar de manera correcta.
Y que esa prédica conlleva un costo, pero que marca también una huella. Eso es
lo que reflejan, con sus acciones, el titular de la Auditoría General de la
Nación, Leandro Despouy, o Marta Oyhanarte, entre otros.
Así lo vivencia Oyhanarte, tras su último y frustrante paso
por la función pública, como subsecretaria para la Reforma Institucional y
Fortalecimiento de la Democracia. Comenzó con el entonces presidente Néstor
Kirchner bajo el paraguas del entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández; continuó
con Sergio Massa y concluyó, del peor modo, con Aníbal Fernández. El hoy
senador nacional le mandó a decir, sin rodeos: "No nos interesa la
construcción de ciudadanía". Más aún, cuando ella se marchó, pobló su área
de barrabravas. Aún así, y pese a todo, Oyhanarte reivindica la función
pública, que en su caso incluyó un paso previo por la naciente Legislatura
porteña. "Me preguntás qué saqué de bueno en ese período. Poco, pero lo
volvería a intentar, porque siempre algo queda, algo se avanza", justiprecia.
pd: el resto de la reseña publicada en ADN, acá.
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