“Las cosas que han quemado el periodismo tienen que ver con
periodistas que no se han formado en la calle, que se han acostumbrado a hacer
las cosas por teléfono, que confían en que Twitter o Facebook son una gran
fuente de información. Hay periodistas a los que las cosas les suceden a la
vuelta de su trabajo y no se toman la molestia de salir a la calle. Pero esto
es un vicio promovido, también, por cierta manera de trabajar que han
establecido los medios en los últimos tiempos. No quiero cargar contra los
periodistas. Me parece que en ese afán de hacerlo corto, rápido, ya, también se
ha cultivado esa forma de trabajo en la que da lo mismo ir a ver a una persona,
o llamarla, o «googlearla». Eso tiene que ver con el reporterismo, que es el
alma del periodismo. Sin reporterismo no hay historia, no existe la historia.
Ha pasado más bien por eso, y por esta idea de que hoy en día un periodista
tiene que salir a la calle con una cámara de fotos, un móvil, una grabadora,
hacer la foto, el vídeo, poner vínculos en su página... En ese sentido se ha
precarizado la profesión y se ha olvidado cuál es el movimiento primigenio que
hace el periodista. Un periodista es una cámara con sus ojos, alguien que sale
de su lugar de comodidad para ponerse incómodo, y va a buscar y vuelve para
contarlo. Ese movimiento está en la base de la cosa periodística, por lo menos
desde hace treinta años para acá. La historia del periodismo es la historia de
ir, ver, y volver para contarlo”.
Quien lo dice es Leila Guerriero, una de las mejores periodistas
narrativas de América Latina, hoy. Argentina, autodidacta, maestra de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por Gabriel García Márquez, ella jamás estudió en una
Escuela de Periodismo. Y, por lo visto, mal no le fue. Pero siempre sale de su
casa con un libro en el bolsillo y sus ojos bien abiertos.
Añade: “Lo que hay es una enorme carencia de lectura. No hay
ninguna facultad de Periodismo que yo conozca que tenga un plan de lectura de
ficción tan serio como el de no ficción. Un periodista no puede alimentar su
prosa solo de leer a otros periodistas. De hecho, todos esos referentes
consumían masivamente literatura, iban al cine, al teatro... Lo único que tiene
un periodista como arma de trabajo es su cabeza, pero su cabeza debe estar bien
amueblada. Siento que los periodistas, lamentablemente, leen súper poco. Hay
periodistas que creen que leyendo un diario van a poder producir una pieza
impresionante. No puedes escribir un artículo impresionante si no lees a Richard
Ford, si no sabes quién es Lorrie Moore, John Irving... ¿Alguien sabe
quién es Michael Ondaatje o Flannery O’Connor? Son nombres súper
obvios, autores contemporáneos cuya prosa debe alimentar la narrativa
periodística”.
Para leer y pensar (y en mi caso, buscar
libros de estos autores que menciona).
pd: la entrevista completa por el gran Alfonso Armada, acá.
¡Qué grosa Leila! ¡Gracias por compartir esta clase maestra, Hugo! De Irving, El mundo según Garp es un cachoelibro tremendo.
ResponderEliminarSaludos!
Julieta
pues habrá que comenzar por ese, pué!
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