“¡Ah,
me olvidaba! El socio de Boudou anda diciendo que para qué va a seguir pidiendo
coimas si se va a quedar con la máquina de hacer billetes”. Corría mayo de 2011
y el informante tiró, café de por medio, como si fuera una cuestión menor, la
primera pista a LA NACION sobre un negocio en ciernes que se convertiría en uno
de los mayores escándalos del kirchnerismo y pondría al vicepresidente Amado
Boudou contra las cuerdas.
El
informante sabía poco más. Que ese supuesto socio se llamaba Núñez Carmona
[José María], que “chapeaba” con el nombre del entonces ministro de Economía,
Amado Boudou, y que quería “quedarse con Ciccone”, es decir, con la imprenta
conocida como la única “casa de moneda privada de América Latina”.
Durante
los meses que siguieron, LA NACION inició un largo proceso de búsqueda y
verificación de datos que abarcó múltiples países y provincias argentinas,
además de viajes a Mar del Plata, jueves por medio. Casi dos años después, ese
esfuerzo se tradujo en casi 300 personas entrevistadas y 1,1 gibabyte en
información electrónica, incluidos documentos hasta ahora desconocidos por la
Justicia y precisiones sobre los encuentros secretos que protagonizaron Boudou,
Núñez Carmona y los Ciccone.
El
estallido del escándalo, en febrero de 2012, mérito del periodista Nicolás
Wiñazki en el programa radial de Jorge Lanata, alteró todo ese proceso
periodístico, ya que mientras algunas fuentes se asustaron y desaparecieron,
otras muchas comenzaron a surgir de manera espontánea.
El
escándalo también trastocó los acuerdos vigentes entre el vicepresidente, Núñez
Carmona y los Ciccone, lo que derivó en presiones cruzadas, aprietes e,
incluso, amenazas explícitas. Pero también provocó una oferta inesperada al
entonces fiscal federal a cargo de la pesquisa, Carlos Rívolo [foto, arriba]. Le ofrecieron la
cabeza de Núñez Carmona a cambio de la impunidad para Boudou.
“¿Querés
su cabeza? Que pague el costo”, le ofertó el abogado de confianza de Boudou, a
fines de marzo. “Este [por Núñez Carmona] lo arrastra por todos los quilombos”,
añadió, en defensa de su cliente, al que pretendía posicionar en el rol de
víctima de los derrapes de su íntimo amigo y único socio comercial reconocido.
Rívolo
rechazó el ofrecimiento y en cuestión de semanas fue desplazado del expediente,
al igual que el juez Daniel Rafecas, tras el allanamiento al departamento que
pertenece a Boudou en el complejo River View de Puerto Madero. Pero la
investigación periodística siguió su curso, con nuevas y crecientes
revelaciones sobre los vínculos que unen al vicepresidente con Vandenbroele,
los roles de los banqueros Jorge Brito y Raúl Moneta como supuestos
financistas, o el complejo entramado societario que rodea a Boudou y que se
utilizó para captar, como alertó aquel primer informante, la “máquina
de hacer billetes”.
pd:el adelanto publicado en LA NACIÓN, acá; o en el libro "La máquina de hacer billetes".
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