Hace unos días, el diario LA NACION publicó que Uruguay comunicó a "representantes de inversores" que mantendrá su secreto bancario y fiscal, luego de que trascendiera que los presidentes de ambos países habían acordado "flexibilizarlo". Ergo, histeria general.
"El gobierno uruguayo transmitió a firmas jurídicas y financieras que trabajan con clientes argentinos con ahorros en este país que no se firmará un acuerdo de cooperación tributaria con la administración de Cristina Kirchner".
Comentario al paso: "Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa", diría aquel sabio callejero de la tele. Que te atemorice la inseguridad jurídica argentina es un tema; pero otro muy distinto es que escondas tus inversiones. Porque se puede invertir en Uruguay, pero tributando. Y otro tema muy distinto es utilizar a Uruguay para evadir y/o blanquear $$$.
Anoche, una mujer que trabajaba en una "mesa de dinero" (alias, "cueva") me contó cómo un amigo del secretario privado de un conocidísimo funcionario menemista de alto perfil y mínimo prontuario penal, pasaba todas las semanas transportaba una parva de dólares, en un bolso, hasta Uruguay. Conclusión: aquel secretario (que al comenzar la gestión vivía en la planta alta de la casa de sus padres en el barrio de Flores) se compró un haras, se mudó a un country top y conducir autos de lujo. Y eso que era apenas el secretario privado del pirata...
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