Sólo para gozar. Aquí les va el arranque de una exquisita crónica
de Patricia Ortega Dolz en el diario El País de España. Porque se puede
informar y entretener con, además, una pluma estupenda:
Agotado por el odio, harto de vivir “como un perro”,
cansado de buscar rendijas por las que escabullirse, decidió planear su última
fuga a conciencia. La última gran escapada de Garfia, el preso más peligroso de
España, fue la de sí mismo: “Ya no soy Garfia, soy Juanjo”.
A Juan José Garfia Rodríguez (Valladolid, 1966) le costó
tres asesinatos, cinco atracos, 26 años en prisión, el secuestro de un teniente
coronel, una huelga de hambre, más de diez motines, y dos fugas convertir su
apellido en una marca carcelaria, la mejor, la más respetada, la más temida, la
más detestada y la más venerada (según se mire de un lado u otro de la ley).
Tanto que todavía hoy, cuando ya ha renunciado a su patente, le siguen
preguntando por ella por la calle. Media vida empleada a fondo en crear un mito
entre barrotes para disolverlo después, para borrarlo para siempre, para
empezar de cero por voluntad propia y no porque le trasladaran de prisión o
porque nombraran a un nuevo alcaide en la suya. La gran huida de Garfia, la
verdadera, empezó el día en que quiso ser Juanjo, a secas.
pd: el resto de la crónica de El País, acá.
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