A ver cómo vamos con nuestras estructuras mentales.
Dice el texto (al que le quité el nombre propio para que
usted lo rellene a piacere):
“Para ____________, la prensa no es más que un altavoz a su
antojo. No le falta razón, pues hay mucha gente como él/ella que solo entiende
a los periodistas como meros sicarios de su causa: conmigo, conmigo y conmigo;
o contra dios (él/ella se pondría la mayúscula divina)”.
Quizá prejuzgue, pero me parece que usted le pifió. No alude
a esa persona, sino a esta otra:
El cronista expone la relación de José Mourinho, director técnico del Real Madrid con “la prensa[,]
que tanta urticaria le produce cuando no es militante“. Pero también recuerda
la cuestión de fondo. Que quien manipula y distorsiona puede manipular y
distorsionar la verdad todo lo que desee, en una suerte de relato o crónica, pero que en última
instancia su versión chocará, no con la prensa, sino con quienes reciben dicho relato.
En su caso, los madridistas.
“¿Sabrá Mourinho lo que ha visto la enciclopédica afición
madridista como para dejarse influenciar?”, pregunta el analista José Sámano, ya sea por la
prensa o por “Mou”. “¿Tan poco crédito concede al público? Él sabrá lo que
pone en sus crónicas. Son las suyas, tan respetables y discutibles como las de
aquellos a los que denigra cuando no están en línea. O cuando se imagina que no
lo iban a estar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario