A lo largo de tres carillas, el texto del cable titulado "Grave situación" de la embajada argentina en Venezuela (CA EVENE 020096/2005) es contundente. Queda claro desde su encabezado: "Muy urgente"; "confidencial"; "requiere acción". Y por las palabras utilizadas como "descriptoras" de su contenido: "Venezuela", "exportaciones", "comercio", "petróleo".
Con ese cable en sus manos, el entonces canciller Rafael Bielsa encaró al presidente Néstor Kirchner y le reclamó por lo que sentía que era una "diplomacia paralela" armada desde Buenos Aires para Venezuela y, en particular, para los negocios con la revolución bolivariana.
Bielsa logró despegarse del problema que se avecinaba, y debió dejar en manos de otros (es decir el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, y su segundo para el OCCOVI, Claudio Uberti), la relación bilateral con la Venezuela de Hugo Chávez.
Sin embargo, cuando Uberti se enteró del cable -que también incluyó varios ejemplos de problemas padecidos por empresarios argentinos, y en el que se lo citaba por su apellido en uno de esos traspiés junto a la palabra "corrupción", la reacción del "señor de los peajes" fue contundente.
"Decile a Sadous que se deje de joder", le comunicó Uberti al segundo de la embajada, Alberto Alvarez Tufillo, para que le dejara claro al embajador Eduardo Sadous quién mandaba en Caracas cuando de relaciones comerciales se trataba. Y así fue, hasta que Uberti voló por los aires con la irrupción del "escándalo de la valija".
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