Una vez mi padre me dio una enseñanza que me marcó para siempre.
Veíamos juntos cómo algunos despedazaban a los militares cuando estos habían perdido el poder. Papá, que sí hizo lo que la inmensa mayoría no se animó (presentar habeas corpus por varios desaparecidos) cuando los militares eran dueños de vidas y de muertes, optó por seguir su camino. "No seré hoy más duro de lo que fui ayer; si no, actuaría como un cobarde".
Y él, que podría haberse colgado (merecidas) medallas, siguió su camino.
¿A qué viene esto?
Como ya ocurrrió tras la muerte del ex presidente Néstor Kirchner (ver acá), me resulta entre patético, cínico, hipócrita y, sí, COBARDE ver a tant@s que ahora se ensañan con Julio Grondona cuando hasta ayer (literalmente ayer) lo llamaban "Don Julio" con veneración o, peor, miedo (y conozco varios, además, que ahora lo fustigan pero que incluso rondaron por la AFA buscando entradas de favor para ir al Mundial, hace apenas unas semanas...).
Hay que subirse al ring cuando Muhammad Alí (sea Grondona o el gigante de turno que fuere) está de pie... o hay que mantenerse abajo cuando ya cayó por knock-out.
Si no, sos eso: un cobarde.