“El héroe más puro de esta novela”, remarca el escritor español
Javier Cercas, es el teniente Gamboa, “capaz de demostrar con su comportamiento
que, en una institución podrida, reflejo de una sociedad podrida, el éxito auténtico reside en la derrota”.
Ése es el eje central de “La ciudad y los perros”, el
librazo de Mario Vargas Llosa que analiza Cercas y que cumple 50 años desde su
lanzamiento con galas de honor por la Real Academia Española.
Sin embargo, en su análisis “La pregunta de Vargas Llosa”, Cercas
va más allá de la cuestión de la pureza o él éxito en la derrota. “Formulada
con expeditiva tosquedad –escribe–, la pregunta podría ser esta: ¿basta la fidelidad
sin fisuras a una determinada escala de valores para actuar correctamente, para
alcanzar algún tipo de decencia moral, alguna clase de salvación ética?”.
Esa es la pregunta decisiva que subyace en “La ciudad y los
perros”, la reformulación de la ética de la convicción delineada por Max Weber
en contraposición con la ética de la responsabilidad, que a menudo deriva en la
práctica en el relativismo moral.
Y es la pregunta, también, que subyace muchas veces cuando llega
el momento de encarar una investigación sobre hechos de corrupción política o
empresarial en la que el juez, el fiscal o el periodista sabe, de antemano, que
tiene todas las de perder.
pd: el estupendo análisis de Cercas, acá.
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