Dentro del Ministerio de Economía imperan dos visiones sobre
la Casa de Moneda. Una la expuso ayer el ministro Hernán Lorenzino, cuando
defendió el proyecto de expropiación de la ex Ciccone. Afirmó que se impulsó
para "asegurar la soberanía del Estado" en la impresión de billetes
y, al mismo tiempo, "desmantelar un plan sistemático para desguazar la
Casa de Moneda". Pero dentro del Palacio de Hacienda también ofrecen otra
visión, muy crítica del vicepresidente Amado Boudou y de sus más cercanos colaboradores.
Esa otra visión tiene como epicentro al secretario de
Hacienda, Juan Carlos Pezoa, un peronista histórico que participó en el
Cordobazo como dirigente estudiantil y tomó el control de la Casa de Moneda
cuando Eduardo Duhalde arribó a la Casa Rosada, para luego, ya con Néstor
Kirchner, recalar en su cargo actual.
Con Pezoa en Hacienda, un colaborador suyo, Ariel Rebello,
asumió en la Casa de Moneda, mientras que tomaba forma un plan de inversiones
por cerca de $ 500 millones, que incluía la compra de nuevas máquinas
impresoras para potenciar su capacidad de producción.
Según ese sector, la puja de Boudou con Pezoa se extendió
luego a Rebello. Al punto de dejarle saber, a través de su entonces jefe de
Gabinete en el Ministerio (y hoy subsecretario de Servicios Financieros), Guido Forcieri, que ese
plan de modernización e inversiones quedaría congelado mientras él presidiera
la Casa de Moneda..
Rebello, finalmente, cayó a principios de 2011, cuando se
desencadenó la crisis de faltantes de billetes, que el Banco Central buscó
paliar con la contratación de la Casa da Moeda do Brasil. Pero caído Rebello
-que incluyó una pelea con Boudou a los gritos en el garaje del Ministerio de
Economía-, llegó el turno de Katya Daura, una colaboradora de Boudou desde su
gestión en la Anses, de tomar las riendas de la Casa de Moneda. Y comenzar a
favorecer a la ex Ciccone, ya presidida por Alejandro Vandenbroele.
pd: el resto de la nota publicada hoy en LA NACIÓN, acá.
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