La duda, entre los técnicos de la Administración Federal de
Ingresos Públicos (AFIP), era de dónde habían salido los millones para
capitalizar la constructora Badial SA. Sin vueltas, la respuesta la dio su
presidente, Lázaro Báez. Detalló que el dinero llegó en valijas, desde
Uruguay. Algunas en avión. Otras en barco. "Buquebus", para más
precisión. Y que de allí se trasladaban a Río Gallegos, donde se depositaban en
un par de bancos.
La respuesta de Báez consta en el expediente administrativo
de la AFIP y, de manera más sucinta, en la actuación posterior del Tribunal
Fiscal, cuyas copias obtuvo LA NACION. Porque los sabuesos avanzaron con la
pesquisa. Fue un largo proceso que comenzó en junio de 2005 y llegó hasta estos
días. A la línea técnica la removieron y, el año pasado, revocaron todo lo
actuado, para beneficio de Báez.
El empresario kirchnerista, sin embargo, sí señaló a uno de los transportistas
de ese dinero en efectivo, Carlos Adrián Calvo, a quien los sabuesos buscaron
durante meses sin resultados. Hasta que salieron a la luz sus vínculos con la
firma Invernes y el financista Ernesto Clarens, de bajo perfil, pero vínculo aceitado con el kirchnerismo más puro.
Báez y Clarens forman parte de un entramado más complejo, en
el que también aparecen otros nombres sensibles, como el responsable de la
regional Sur Metropolitana de la AFIP, Andrés Vázquez, y el tributarista
Horacio Díaz Sieiro, según confirmaron seis fuentes dentro del organismo
tributario, del Tribunal Fiscal y del sector financiero durante meses.
pd: el resto de la nota publicada hoy en LA NACION, acá.
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