El diario LA NACIÓN publicó hoy la versión redux de la entrevista a Monty Raphael (link, acá), el mayor experto de Gran Bretaña en delitos de cuello blanco. La versión original (y algo más extensa), a continuación:
Apodado “el decano” de los abogados británicos especializados en los delitos de cuello blanco, Monty Raphael carga con otros títulos oficiales y no tanto. Entre los primeros, que es uno de los Consejeros de la Reina; entre los segundos, que integra el top ten de los letrados a llamar durante una crisis y, también, el “Salón de la Fama” de los hombres con toga según las revistas especializadas. Y todo eso, porque lleva décadas lidiando con escándalos como los registrados en el programa “Comida por Petróleo” de las Naciones Unidas o el BCCI de Gaith Pharaon.
Raphael aclara, sin embargo, que su caso más difícil es siempre el más nuevo, el que tiene entre manos, porque los crímenes económicos son cada vez más complicados. Eso lo lleva a concluir que si los gobiernos de verdad quieren combatir los delitos de cuello blanco, “deben saber a quiénes quieren perseguir, sean personas o empresas, y robustecer sus sistemas en consecuencia”. La pregunta, añade, “es si los gobiernos están preparados para destinar los recursos requeridos, tanto humanos como financieros, para eso”. Si no, remata, “las condenas serán más difíciles de alcanzar”.
A punto de llegar a Buenos Aires invitado por la firma Guillermo Jorge & Asociados, Raphael protagonizará encuentros este martes y miércoles en el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y en el hotel Alvear. Vendrá a exponer la flamante ley anticorrupción británica, que define como “el cambio más radical de las leyes de su tipo en el Reino Unido en los últimos 105 años”, hasta resultar más ambiciosa que la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA).
-¿Pueden esas características ambiciosas de la ley convertirse en un problema al intentar aplicarla?
-La ley británica es más amplia que la FCPA porque apunta a todas las personas que protagonizan o se involucran en un soborno, no sólo los funcionarios públicos extranjeros. Más aún, expresamente prohíbe los pagos “de facilitación” que están permitidos bajo la FCPA. Y aunque la ley abarca un amplio alcance y mandato, las ofensas y sus componentes previstos son comparativamente simples, lo que facilitará su aplicación.
-En mayo de 2009, en una columna publicada por The Times, remarcó que “la pregunta es si la prisión siquiera funciona” ya que “el fraude es un crimen de oportunidad” y, por tanto, usted expresó su recelo sobre las penas de prisión como amenaza para los delitos de cuello blanco. ¿Cuál sería entonces la mejor forma de amedrentar a esos potenciales delincuentes?
-Que ellos sepan que hay una alta probabilidad de detección y castigo, llevando a una pérdida de reputación, su inhabilitación para actuar en el sector financiero, su exclusión y encarcelamiento, además de las obvias pérdidas financieras.
-Usted también ha sostenido que una ley anticorrupción podría servirle de escudo a las empresas del Reino Unido, ya que ante pedidos de sobornos podrían argumentar que eso era ilegal en su país “y ponerle un punto final”. Sin embargo, ¿no podría ocurrir que, como ocurrió con Siemens ante el cambio de la legislación alemana, que la nueva ley “fuerce” a las compañías británicas a actuar con libros y fondos negros?
-Si las autoridades británicas demuestran que serán duras con el soborno corporativo, las empresas del Reino Unido y aquellas conectadas con el Reino Unido serán capaces de resistir mejor los pedidos de coimas y decir “lo siento, es ilegal, no puedo”. Desafortunadamente, las leyes anticorrupción están en fase de desarrollo y tomará un tiempo antes de que todos los negocios en el hemisferio norte y Occidente puedan darles la misma respuesta a los clientes en el Sur y en el Este con la misma credibilidad.
-Después de más medio siglo en la trinchera, ¿cuál fue su caso más difícil? ¿El BCCI?
-Mis casos más difíciles son siempre los que estoy afrontando. La globalización de los casos y el desarrollo de los crímenes económicos llevan a casos que son más complicados, que requieren mayor familiaridad con el mundo financiero y sus productos, conjuntos de hechos más complejos y cantidades siempre mayores de información.
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