jueves, 13 de junio de 2013

Corrupción + Poder + Impunidad = muerte

Un día como hoy, mientras vemos otra vez las imágenes de una nueva tragedia ferroviaria (y van...), más vale que recordemos una premisa central de este país de las últimas décadas: “La corrupción, tarde o temprano, mata”.



Y algo más: la corrupción sólo se puede comprender desde el axioma que una vez lanzó al aire Alfredo Yabrán: “Poder es impunidad”.

Así, y sólo así, se entiende al menos parte de lo que vivimos. Y de lo que vislumbra el fiscal federal Federico Delgado, quien no sólo investigó la “Tragedia de Once” sino que, antes, mucho antes, investigó el caso “Coimas en el Senado”.

¿Qué vislumbra? Pues eso: que se prepara el terreno para la impunidad en uno de los escándalos más graves de corrupción desde el retorno de la democracia.

¿Cómo? Él lo explica: “A partir de las crónicas del juicio comenzó a sedimentarse una información que circula por los pasillos de Tribunales en lenguaje de jerga: ‘El caso se cae porque no se probó’. Con esta premisa voy a trabajar; es decir con la impunidad a la que puede quedar reducido este expediente. La pregunta es: ¿Cuáles fueron las razones que permitieron semejante mutación simbólica? ¿Cómo ocurrió que un caso que conmovió a la sociedad y que estaba esclarecido, se disolvió trece años después? (…) Hay que hacer una distinción vinculada al capital simbólico, prestigio social y poder económico de los imputados que se traduce así: cuando la intensidad de esos indicadores es menor, es más largo el brazo de la Justicia (en delitos menores, hay condenas). En cambio, cuando esa intensidad aumenta, como en los casos de corrupción, no hay penalidades. Es decir, a veces el juicio no se hace porque las causas duermen mientras pasa el tiempo (la prescripción); a veces porque se realiza un pacto entre los acusadores y los imputados homologado por los jueces llamado ‘juicio abreviado’; a veces porque se ‘suspenden a prueba’ y las tareas comunitarias permiten la exculpación o, finalmente, se realiza un juicio muy largo que se limita a repetir la instrucción de una manera teatral, para hallar grietas que permitan implementar una decisión previa: que ‘la causa se caiga’.


Así, cuanto más poder (sea propio o institucional o partidario o económico) se sienta en el banquillo, menores las probabilidades de una condena. Y en esta investigación, vale recordar, la mira se centró en un ex Presidente de la República, ministros y senadores de ambos partidos.

Porque Don Alfredo ya lo dijo: “Poder es impunidad”.

pd: el resto de la estupenda columna de opinión que publicó la revista Noticias, acá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario