Durante las últimas semanas, el Gobierno salió a promover (lo cual es bueno) la confección de los nuevos y celestes documentos nacionales de identidad (DNI), trámite que podría completarse en 15 días y por apenas un puñado de rupias.
Más allá de la veracidad de ese plazo (que en no pocas ocasiones no se cumple), lo relevante para este blog (y el libro que escribí) es cuando el ministro del Interior, Florencio Randazzolo compara el precio actual con el contrato de Siemens.
"En los 90 teníamos un Estado que se desentendía de todo y corrupto", planteó Randazzo, quien añadió que "en aquellos años se le cedió a Siemens. Nosotros digitalizamos el país, creamos una estructura en todo el territorio. El documento costaba 32 dólares, y el de ahora de los adultos, cuesta 32 pesos".
Un par de aclaraciones:
1. Como decía mi profesor de Matemáticas, Randazzo compara peras con manzanas. Comparar lo que acordó cobrar Siemens con lo que se cobra ahora por los DNI no tiene NADA que ver. Aquel contrato (caro) incluía mucho más obligaciones (digitalización de todas las fichas electorales, controles de fronteras, sistematización de las huellas dactilares, confección de los pasaportes y, sí, también los DNI); este sólo es por los DNI, con tecnología que en parte fue entonces aportada por (y afanada por el Estado a) Siemens.
2. Comparar 32 "dólares" con 32 "pesos" es, además, una chicana berreta. Para empezar, porque 32 dólares repercute en la cabeza de quien lo escucha multiplicado por el tipo de cambio actual. Es decir, que cuando Randazzo dice "32 dólares", de inmediato el receptor calcula por cuatro: 128 pesos. Pero vale recordar que en aquellos tiempos regía la convertibilidad. O dicho otro modo, Randazzo debió decir "32 pesos/dólares" contra "32 pesos".
Aclaro esto porque a Siemens se le pueden achacar unas cuantas trapisondas (y así lo expuse en "Las coimas del gigante alemán", que me anticipan que sería incorporado al expediente judicial como prueba indiciaria), pero como remarcaba el filósofo contemporáneo Héctor Panigassi, "una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa".
O dicho de otro modo, si mi profesor de Matemáticas de 2° año del secundario, Don Julio (que no Grondona) le toma examen a Randazzo, lo parte como a un queso. A marzo, directo.
pd: los últimos e incorrectos floreos de Florencio, acá.
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