viernes, 15 de julio de 2011

Todo tiene un límite

Todo tiene un límite, muchachos.

Eso es lo primero que pensé al enterarme, el martes, que amigos de la información ajena hackearon las cuentas privadas de correo electrónico del ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, y de sus colegas de Economía (y actual candidato a vicepresidente), Amado Boudou; de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, y de Defensa (ahora en Seguridad), Nilda Garré, y el ministro de la Corte Suprema, Raúl Eugenio Zaffaroni, entre otros.

La mayoría de esos e-mails, aunque reitero que almacenados en casillas privadas, abordan asuntos públicos, lo cual marca una inconsistencia, un malhacer y un riesgo (precisamente, de hackeos). Pero no me importa lo que digan. Representan lo que en Derecho se llaman frutos del árbol envenenado. ¿Qué significa? Que el pecado original de cómo fueron obtenidos vicia su contenido y eventual publicación. La manzana podrida te pudre el árbol.

Digo esto aún cuando el material sobre De Vido o Timerman, entre otros funcionarios, podría resultarme valioso, quizá, para alguna investigación. Pero no lo sé porque en cuanto comprendí el tenor del material, dejé de leer. No por petulante o falsa moralina, sino porque no me agrada la idea de meterme así en la vida privada de alguien.

Y digo esto, además, a sabiendas de que accedí (y publiqué) los mails de Manuel Vázquez (caso Ricardo Jaime) y hasta de Wikileaks. Pero hay diferencias entre esos casos y estos: en el caso de Vázquez, los recuperó la Justicia (y luego se filtraron a la prensa); y en el caso de Julian Assange, los obtuvo un hacker, pero se centran en cables diplomáticos de asuntos del orden público (aunque fueron confidenciales o hasta secretos), no emails.

Hay entre aquellos dos casos (Vázquez/Jaime y Wikileaks) y este caso otra diferencia sustancial: en aquellos, el periodismo sirvió de "filtro" de la información; en este se subió todo (lo que los hackers quisieron, vaya a saberse si eso es realmente todo) a Internet. Podrán argumentar que la labor de los periodistas orilla pues con la censura, pero disiento: es sólo evaluar lo que es de interés público y eliminar aquello que es de la estricta vida privada de las personas, aún cuando son funcionarios públicos.

Todo esto, lo sé, debe abordarse de manera más amplia; volveré.

2 comentarios:

  1. Estimado,
    felicitaciones por el blog, muy bueno.
    Respecto a la entrada, a) son reales esos correos?
    b) no coincido con tu posición. En abstracto, es cierto que no son correos obtenidos por la justicia, pero lo cierto es que en países como Argentina, la justicia no funciona y el periodismo perdería su rol de watchdog de la democracia si tuviera que esperar a que la justicia acceda a esos correos. Tu posición, me parece, es demasiado formalista: se puede si lo ha obtenido la justicia, caso contrario no? Además, hay otra contra en tu postura porque, con ese criterio, sólo podrías publicar algo siempre y cuando hubiera una sentencia judicial...hasta que no hay sentencia toda persona es inocente (y todo correo es un rumor?)...
    Siendo que, en principio (con todo lo que "en principio" significa respecto a interpretar amplio, excepciones restrictivas...) lo que una persona pública haga, diga o escriba, no es privado. Los mails de trabajo de de Vido, no son privados...Muestran una faceta que la ciudadanía debería conocer. Qué no exista una ley de desclasificación de correos electrónicos, o de acceso a la información pública...etc...., no puede impedir que los periodistas difundan es tipo de información, si fuera cierta.
    Sí coincido en que el periodista puede hacer cierto filtro de contenidos, pero con muchísimo cuidado...Las personas públicas saben que están expuestas a que su comportamiento privado se conozca...La distinción entre "vida pública" y "vida privada" de una persona pública es muy tenue.
    En concreto, sobre esos correos, la mayoría, es de interés público. Esperar a que salga la ley de información pública...o que la justicia investigue con resultados concretos?
    Saludos!
    IBV

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  2. Exponés varios argumentos válidos. Y admito incluso que lo mismo es una cuestión de "tripas", de "instinto". ¿Viste cuando te topás con algo que no termina de cerrarte? Esa es mi impresión sobre estos mails.
    Dicho esto, te aclaro que como periodista no puedo esperar a que la Justicia obtenga los mails. Si me los da alguna fuente y son de interés para una investigación, los puedo utilizar. Pero: a) sin publicar aquello que sea de estricto rasgo íntimo o privado; b) cotejando su veracidad (lo que puede ser MUY difícil).
    En este caso, por el contrario, nos encontramos con supuestos e-mails sin verificar, que no sabemos quién los consiguó, cómo los consiguió, qué fines busca con su difusión, ni qué dejó afuera (¿es esto todo o sólo parte del material que obtuvieron?). Y si seleccionaron el material, ¿qué dejaron afuera? ¿Por qué?
    Por último, en cuanto a la distinción sobre las esferas pública y privada de personas públicas, tenés un buen punto. Pero incluso en eso también hay un límite. Si hay personas que quieren exponerlo todo, es decisión de ellas; pero como periodista sí hay un límite: yo no escribo sobre adicciones, enfermedades, amantes, etc. Salvo, claro está, que estemos ante un caso similar al de Profumo en Gran Bretaña: el caso no era la amante en sí, sino que la amante era espía. O, en la misma línea, si alguien con información sensible extorsiona a un funcionario con dicha información. Pero en ese caso, la noticia no es la información sensible, sino la extorsión.
    Saludos!

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