Durante las últimas 48 horas opté por callar. Ver, leer, esperar. De ese modo intenté comprender por qué Guido Alejandro Antonini Wilson reapareció en público, abrió una cuenta en Twitter y comenzó a contar sus cuitas, responder consultas y hasta lanzar ironías como invitar a desconocidos a volar con él para repartir valijas.
Más serio, sin embargo, también reiteró su versión de los hechos: que la valija con US$ 800.000 no era de él, que había otra valija con US$ 4,2 millones que pasó de largo, que Victoria Bereziuk le pidió su ayuda para cargarles, que Claudio Uberti se desentendió de él en el aeropuerto, pero luego lo contactó para tranquilizarlo, para lo cual delante suyo habló con el entonces presidente Néstor Kirchner.
También, reafirmó que, según él, en Aeroparque lo apretaron para que firmara el acta de decomiso y reconociera la maleta como suya, que 48 horas después ingresó a la Casa Rosada, que temió por su vida y por eso huyó a Estados Unidos.
Casi todo esto (aunque no todo, pero también otros datos que a él no lo dejan tan bien parado) logré reconstruirlo por mi cuenta en base a documentos y relatos de fuentes argentinas, venezolanas, gringas y de otros países (y que luego en parte se confirmaron de manera irrefutable, como el video del "valijero" en la Rosada). El resultado conocido fue la investigación ganadora de premios para el diario LA NACION y el libro "Los secretos de la valija".
Dicho todo esto, sin embargo, mi respuesta es: no lo sé. No sé, ni comprendo por qué o para qué Antonini Wilson reapareció en los radares públicos.
Quizá sea afán de protagonismo; quizá fastidio o frustración porque él siempre apostó a que los Kirchner podrían perder las elecciones de este año y, nuevo Gobierno mediante, podría viajar a la Argentina a limpiar su nombre. Quizá haya sido, más simple, una mera cuestión de frivolidad.
Si así fue, sin embargo, debió sopesar las consecuencias.
Su reaparición consolida las sospechas de quienes siempre creyeron que él laburaba para los gringos desde antes del decomiso como parte de un enrevesado plan de la CIA para ensuciar a los Kirchner y a Hugo Chávez. ¿Justo ahora, en plena recta final de la campaña electoral reaparece el gordo que enquilombó las anteriores presidenciales, las de 2007? Ese es, palabras más, palabras menos, lo que me plantearon varios escépticos.
Vuelvo así a la pregunta por la que decidí redactar este post: ¿Por qué y para qué decidió resurgir Antonini Wilson? Quizá la respuesta no sea más que aquella que me dio en Key Biscayne, allá por fines de 2008, cuando aceptó contarme su versión de los hechos. Con cierto dejo de ironía argumentó que ya estaba "amortizado", que no tenía más para perder, que estaba "jodío", que hasta la mayoría de sus amigos lo habían abandonado y que entonces, contaría lo suyo para que todos cargaran con su cuota de responsabilidad. Y que incluso si yo no lo creía (o más relevante, mis restantes fuentes y documentos exponían otra versión que la suya), aún así quería contar su versión.
Acaso ahora, aquel sentimiento haya resurgido. No lo sé. Veremos qué más cuenta por Twitter.
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