Todo eso, claro, antes de que defenestrara Menem, la
convertibilidad, a Cavallo y las ideas liberales, y pasara a mostrarse nacional
y popular, aprendiera la letra de la marcha peronista y hasta fuera a la
cancha, pero para ver a Tigre. Porque, como ironizaba Groucho Marx, "Estos
son mis principios y si no le gustan? bueno, tengo estos otros". Y ésa puede
ser la síntesis del hoy vicepresidente Amado Boudou.
Su derrotero laboral también evidencia esos volantazos. Disc-jockey en
su Mar del Plata natal, lideró y llevó a la quiebra la empresa recolectora de
residuos Venturino, anduvo largo tiempo casi con lo puesto, asumió como
secretario de Hacienda en el Partido de la Costa, antes y después pasó por la
Anses, fue ministro de Economía y, al fin, llegó al Olimpo. O casi, si no fuera
por el monotributista Alejandro Vandenbroele. Porque, como también podría
ironizar el gran Groucho, ese es su currículum, pero si no le gusta, Boudou
tiene otro.
Ese otro CV incluye denuncias penales a su paso por cada
oficina pública que ocupó y viviendas sociales que jamás terminaron de
construirse (aunque cuyas partidas sí se llevaron del Estado). También, a un
amigo y socio, José María Núñez Carmona, que se define a sí mismo como su
"panadero" porque le "hace las facturas" que él no puede
firmar, y una "sintonía fina" con el banquero Jorge Brito que llevó
al mismísimo secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a enrostrarle
que el dueño del Macro era su "jefecito" y que planeaba "meterlo
preso".
pd: el resto de la reseña del libro “Amado. La
verdadera historia de Boudou”, del periodista de la revista Noticias ,
Federico Mayol, acá.
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