Durante las últimas cinco semanas, el Ministerio de
Seguridad comenzó a distribuir 1900 chalecos antibala entre los agentes de la Policía Federal
que en ciertas zonas no detendrían los proyectiles y generan traumas superiores
a los máximos hoy permitidos, según surge de los análisis practicados por el
Ejército Argentino que obtuvo LA NACION, que los cotejó con tres expertos en
esos materiales y un ex alto funcionario del sector.
Los problemas de los chalecos se concentran en los tramos que
unen al panel central con los insertos simulados en cada lateral, a la altura
de los riñones, mediante velcros desmontables. Eso pone en riesgo a los
policías que los utilicen, ya que cada chaleco debería consistir en una sola
pieza, en forma de “T” invertida, de acuerdo a las normas hoy vigentes del
Registro Nacional de Armas (RENAR).
Los chalecos registran además un “trauma” –es
decir, el área y la profundidad de absorción del impacto de un proyectil– que
supera los límites fijados para la Policía Federal , la Gendarmería y la Prefectura Naval
en sus últimas licitaciones de 2006 y 2008, con 25 y 32 milímetros para
las categorías pautadas, lo que aumenta el riesgo para los agentes que los
porten.
Aún así, los primeros 1900 chalecos de una partida total de
5000 elaborados por la
Sastrería Militar ya arribaron a la Federal por orden del
Ministerio de Seguridad. Sostuvo que ofrecen una protección de tercer nivel, de
uso militar (en la jerga, RB3), lo que es cierto, aunque con un modelo aprobado
en 2005. Ese chaleco, el “JAF3”, siguió las exigencias de calidad impuestas en 2001
y ya derogadas, en vez del nivel RB2, actualizado, que usa la Policía Federal
para enfrentar las armas habituales de los delincuentes.
pd: el resto de la nota publicada hoy en LA NACION, acá.
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