Durante su discurso post-Tedeum por el 25 de Mayo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.apuntó ayer
contra el periodismo y, en particular, contra el periodismo de investigación.
Dijo, palabras más o menos: "La verdadera historia de la escarapela es que era un
símbolo para indentificar a los propios. Eso fue posible porque no había ningún
periodista de investigación para escrachar a French y Berutti. Si fuera
por ellos, la historia no se hubiera escrito y todavía estaríamos con el
Rey de España. Ahora no es Mariano Moreno el que escribe el diario".
Si algún periodista de investigación hubiera trabajado
durante aquellos días, quizá hubiéramos sabido más (y antes) sobre por qué
desplazaron a Moreno, cómo murió aquel gran patriota en alta mar, cuál fue la movida
de Cornelio Saavedra, a qué jugaban algunos que se la daban de revolucionarios (y no
eran tales) o qué ocurrió luego con los diputados del interior, entre tantos
otros acontecimientos sobre los que aún hoy imperan las dudas.
Lejos de actuar como un contrarrevolucionario, aquel hipotético
periodista de investigación (me imagino, por ejemplo, a Horacio Verbitsky o, acaso, a Rodolfo Walsh) quizá habría hecho mucho más por aquella patria
naciente que muchos lobos que actuaron disfrazados de cordero (¡Y qué notas habría publicado! ¡Mamita!).
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