Hace un rato me avisaron que
en el diario del señor Lázaro Báez, “Prensa Libre”, escribieron sobre mí. Así
que me fijé y encontré el texto “Cuando La Nación también
miente”, en el que alguien escribió que el diario y yo habríamos "inducido a abogados para
realizar denuncias en medio de la campaña electoral y adquirido documentación
reservada de manos de funcionarios del Gobierno nacional” (el texto completo,
acá).
¿Qué sostiene ese artículo?
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Que yo “habría
recibido información calificada y reservada por parte de Eduardo De Simone,
vocero de la titular del Banco Central”;
-
Que yo “habría inducido a un estudio de abogados a
denunciar al grupo empresario de Santa Cruz, para luego escribir al respecto en
el diario”;
-
Que el abogado denunciante, “Sánchez
Kalbermatten, reconociera que quien le suministró copia de los estados
contables de Austral” fui yo.
-
Que “cierta
información a la que accedió el periodista del diario porteño es privada y
confidencial, y para acceder a ella hay requerimientos formales que de ninguna
manera” hice.
- Que dado que el vocero del BCRA me pasó esa info (comunicaciones secretas sobre Lázaro y su grupo por lavado), yo la “adquirí”
de manera “irregular”.
- Y que el diario para el cual trabajo y yo, en
particular, vamos “contra el más básico manual de ética periodística”; entre otros puntos.
Visto lo cual, sólo diré que se trata de una estupidez.
¿Por qué?
1. No hablo de
mis fuentes periodísticas, pero en este caso creo que vale clarificar tres puntos:
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Al vocero jefe del BCRA lo conozco, sí, pero lamento avisarles a los
muchachos que no es amigo, informante, fuente o topo;
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Al abogado Sánchez Kalbermatten ni lo conozco, no lo he visto
en mi vida, jamás intercambié mails o llamadas o mensajes de texto con él, y ni
siquiera tengo sus datos de contacto. Así que mucho menos pude haberle pasado
información. Y un detallecito: ese letrado no necesitaba que yo le pasara los artículos que
se publicaron en el diario. Le bastaba con comprar un par de ejemplares y recortar
los textos donde aludo a esos balances (ver acá, acá y acá, entre otros) o, más sencillo y gratis, imprimirlos de Internet.
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Sobre eso de que “adquirí” la info: yo no compro información. Nunca,
bajo ninguna circunstancia. Decenas de personas durante los últimos quince años
pueden atestiguarlo cada vez que los saqué carpiendo cuando me la ofrecieron. Pero eso sí: busco y busco y busco hasta que, a veces (y a pesar de los "cepos" como en la IGJ) la consigo. De eso se trata el periodismo, ¿no?
2. Lo que sí me
queda claro es que:
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Les está doliendo lo que comienza a salir a la luz;
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No tienen mis teléfonos y mails pinchados (si no, no
habrían errado por tanto los tiros; están más desorientados que Adán en el Día de la Madre);
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¡No tienen idea cómo trabajo y cómo consigo la
información, incluso cuando es secreta (basta con recordar lo que he revelado sobre la unidad antilavado, fraudes corporativos, bancos piratas, narcotraficantes, cuentas bancarias y registros societarios en paraísos fiscales alrededor del mundo, etcétera)!
Y, por último, muchachos, si tenían una duda sobre mí o sobre cómo
trabajo, no tenían que esforzarse demasiado. Bastaba con que le consultaran al vocero del señor Baez, quien sí me
conoce desde hace más años que el vocero del BCRA y con quien tengo una respetuosa relación.
Volvamos, pues, a nuestra programación habitual.
pd: no deja de ser llamativo que Báez se tire contra la titular del BCRA, cuando ella nombró como asesor y abogado ultra-senior en la entidad a Nicolás Guzmán, que ahora patrocina en el sector privado y en sede penal (caso Fariña) a... Báez.